
¿Cómo crecer en las organizaciones? Ser un vendedor exitoso no es predictor suficiente para ser un buen gerente de ventas...
“El hombre que mueve una montaña empieza llevándose piedras pequeñas” reza una de las enseñanzas de Confucio recogida en las Analectas; precepto tan válido en el caso de muchas empresas que inician su recorrido empresarial y que caen presa de la desesperación por volar a alturas para las que aún carecen de la envergadura adecuada, y también en personas que pueden sobrestimar lo que pueden conseguir en el corto plazo, pero que pueden subestimar aquello que si pueden lograr en el largo plazo.
Coincidirá conmigo amigo lector, en que toda iniciativa empresarial, profesional o personal requiere avanzar y aprender, aprender y avanzar; círculo virtuoso en organizaciones dirigidas por líderes lúcidos que no solo encarnan un sueño y gestionan voluntades, sino que iluminan a sus equipos en medio de la jungla empresarial, personificando quizá a Machado y su “llegar ¡quién piensa!, caminar es lo importante”; y ocurre con no poca frecuencia que la bestia de la jungla se encuentra en el interior de las personas. En este contexto la psicología positiva y su estudio sobre el optimismo y la esperanza tiene mucho que aportar al desarrollo de las fortalezas humanas; hoy sabemos que el optimismo es resultado de un estilo de pensamiento, de un estilo atributivo, fundamentalmente aprendido y caracterizado por encontrar causas universales y permanentes para los eventos favorables y causas transitorias y específicas para la adversidad; es así, que tomar conciencia de esto libera a las personas que suelen argumentar su inacción o falta de decisión con el “yo soy así” retándolas a tomar las riendas del cambio y la transformación; y es que ver la verdad es arriesgarse a cambiar.
Amigo lector, ¿de qué material está hecho el muro que le impide avanzar en la dirección que ha elegido?
Le propongo que reflexionemos juntos acerca de la pregunta anterior, le pido que no considere lo que leerá a continuación como una verdad stricto sensu, sino más bien como un primer acercamiento, un primer borrador, un bosquejo inicial derivado de mi experiencia en la práctica del coaching.
En un sentido amplio, quien no puede avanzar es porque hay algo que aún le falta aprender; es decir, existe un “no saber” que compone su “muro”. Este “no saber” puede ser materia técnica, es decir, saber técnico relacionado con un conocimiento específico, cognitivo y que se domina con el aprendizaje, el tiempo y la práctica. Por otro lado, existe un “no saber ser”, es decir, la forma de ser del individuo, relacionada con su personalidad y su aprendizaje emocional; este “no saber ser” es más complejo de aprender y muchas veces constituye el “yo soy así” que funge como supuesto escudo que usa el individuo para mantener alguna conducta o comportamiento casi siempre limitante. Es necesario precisar que en ambos casos existe un reconocimiento del “no saber”, es decir; es una verdad vista; algo que el individuo logra percibir, aunque en el segundo caso ve pero no cree posible cambiar, necesario cambiar o elige no cambiar. En ambos casos, el material que compone el muro puede derribarse con aprendizaje, tiempo, disposición, sentido, ilusión y feedback.
Asimismo, existe un “no saber, ignorado” que puede ser un “no saber ignorado del cual si se dispone” o un “no saber ignorado que puede aprenderse”; en ambos casos, este tipo de desconocimiento es el mayor escollo ya que es invisible, no es materia de conciencia para la persona, por ende no es foco de atención: ¿qué es lo que no estoy viendo y que si fuera capaz de ver significaría un salto cuántico en la dirección de aquello que deseo?
Hemos llegado a este punto y nos resulta claro que la importancia del coaching estriba precisamente en imprimir velocidad a este proceso de aprendizaje y cuyo impacto en la persona vendrá de la mano del muro que ésta ha conseguido derribar y que ahora permite su avance en la dirección que le da sentido a su vida, es decir, es una tema serio.
Coaching es servicio, en parte arte, método y responsabilidad. Se requiere formación profesional, conocimiento técnico, seriedad y fundamentalmente el insumo vital: el trabajo interior que el propio coach realice consigo mismo; recuerde amigo lector que no podremos dar aquello que aún no hemos encontrado en nosotros mismos, y que no distinguimos.
Si cree que esta experiencia podría ser el ingrediente que necesita en este momento de su vida, no lo dude e inicie un proceso de coaching, es posible que signifique un punto de inflexión importante para usted.

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