Jorge Aurich

Una agenda, ansiedad y tu atención

Son las 8:29 am; me conecto a Zoom para la primera sesión de coaching del día.

– ¿Cómo estás?- pregunto iniciando la conversación con el coachee.

– He tenido una semana terrible – me responde; y seguidamente concluye:

– Especialmente los dos últimos días; he tenido dolores de cabeza, problemas digestivos, y muchos temas aún por resolver, con una agenda que se complica más cada semana.

Con estos colores empezamos a pintar la sesión de coaching, y todo apunta a que el objetivo de la sesión sea “ser más eficiente con el uso del tiempo”.

Esta conversación no es atípica, por ello, en la reflexión de hoy, te propongo que la vinculemos a tres puntos sobre los que conviene profundizar.

El primer de ellos, la agenda; sobre esto, hay varios aspectos de interés. Desde tu planeamiento de largo, mediano y corto plazo; evidentemente horizontes vinculados a tus expectativas y deseos personales, y sin duda, y de acuerdo con lo anterior; la brújula que responde a las preguntas ¿Qué quieres? ¿Qué es lo más importante para ti?; figuras distintas se delinean en la mirada del coachee: la familia, la empresa, los amigos. Este diálogo fluye con facilidad; generalmente hay cierta claridad; especialmente en el corto y mediano plazo.

Segundo punto; la ansiedad por las tareas y pendientes acumulados. Sabemos que vivimos apurados, corriendo, literalmente; un estudio realizado en 2007 en más de 30 ciudades a nivel mundial, por ejemplo, halló que la ciudad en donde se camina más rápido es Singapur, en donde un transeúnte típico tardaba 10.55 segundos para recorrer una distancia de 18 metros; encontró además que el ritmo de la vida urbana, medido al caminar, había aumentado 10% a nivel mundial comparado con un estudio realizado en 1994. Es claro por tanto que el calendario apremia; las fechas y compromisos deben cumplirse; finalmente los directivos son personas de acción, “compradores” de problemas; y con todo, este frente de batalla es también medianamente claro; las causas de la angustia relativamente sencillas de identificar; el desafío pasa por encontrar los recursos, la organización, la delegación efectiva y saber priorizar con buen criterio.

El punto número tres; el más complejo de la gestión de la agenda y que alimenta la ansiedad, es el de la capacidad para fijar la atención del directivo.

La atención como proceso mental, como aspecto cognitivo, es un asunto complejo; es la llamada puerta de entrada a la consciencia y de aquí en adelante el inicio de muchas cosas.

 ¿Cuál es el reto?

Y es que es posible que tengas una excelente agenda (punto uno); es decir, que hayas sido capaz de distinguir lo importante de lo urgente y que tengas claridad sobre los pasos a seguir y sin embargo, tu ejecución falla; y me refiero a su cumplimiento. También puede que conduzcas con destreza la organización de los recursos y tareas; y contar también con un equipo solvente que haga su trabajo, permitiéndote disponer de tiempo para otros temas (punto dos); y a pesar de ello, nuevamente fallas en la ejecución. Entonces, ¿hacia dónde apunto cuando hablo de la atención?

El hecho es el siguiente, sin un control efectivo de la atención somos proclives a la agitación o turbulencia emocional y a problemas de bienestar. Se sabe que las mentes enfocadas son las mentes más felices; algunos estudios como el denominado Track Your Happiness, no solo demuestran con miles de casos a lo largo y ancho de más de 80 países, que los colaboradores con un mente desenfocada son menos felices y menos productivos; sino que además, una de las conclusiones del estudio es que el 50% del día laboral estos están distraídos; se trata pues de un tema que reviste especial importancia.

¿Qué podemos hacer para enfocarnos?

Existen dos tipos de trampas que debilitan nuestra atención: la trampa sensorial y la trampa emocional.

La trampa sensorial, es fácil de diagnosticar; se trata de aquel ruido, olor o conversación que me distrae y que puedo resolver si busco un lugar tranquilo, silencioso, con menos distracciones. Sin embargo, con frecuencia, en el mundo laboral, esta trampa puede vestirse de hiperconexión y disponibilidad virtual 24/7 impidiéndonos recuperar nuestra capacidad de concentración. Ante esto no queda más remedio que reducir al máximo aquello de lo cual puedes escapar; es decir, número de ocasiones y por otro lado el tiempo por ocasión; y sobre este punto la lista es larga: reuniones de zoom, llamadas telefónicas, conversaciones de WhatsApp, y ahora bajo el trabajo remoto, los temas domésticos cobran un peso relevante. Contar con una efectiva delegación y un equipo preparado te servirá de mucho.

Por otro lado, la trampa emocional; mucho más compleja y esquiva. Dicha trampa está en ocasiones vinculada a causas inconscientes que generan una serie de impactos corporales negativos y que disipan nuestra eficiencia al realizar una tarea muy bien definida en fondo y forma; pero que la atendemos con una capacidad de atención mermada; es decir, saltamos de un lado a otro, sin enfoque, viendo como el tiempo avanza y no culminamos el trabajo planificado. Sobre este punto, especial mención merece el caso de los procrastinadores; individuos que secretamente temen no ser capaces de lograr un resultado; situación emocional a la que han llegado, de acuerdo con especialistas, debido a una inseguridad gestada en la infancia como fallido resultado del deseo de construir una sólida autoestima en los niños a través del feedback positivo como única vía; por dicha razón, los procrastinadores tienden a sabotear su trabajo buscando evitar ver el resultado final, y en este afán el tiempo pasa inexorablemente.

Frente a la trampa emocional es fundamental encontrar las causas, tarea más compleja a la que sin duda el coaching puede aportar mucho a través del diálogo profundo, en confianza y fecundado con preguntas apropiadas.

En suma, manejar con efectividad una variable tan importante y esquiva como el tiempo, no se reduce al manejo de herramientas, o hacer buen uso de la tecnología; tampoco a saber distinguir lo urgente de lo importante y lo no importante; sino que además; la detección de las trampas que alteran nuestra atención y enfoque merecen una especial mirada, que nos conduzcan a un diagnóstico certero y sobre todo a un plan de acción eficaz.


Imagen gracias a Pixabay.

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